Thursday, February 22, 2007

Yo Necesito Amar: Klaus Kinski



Vuelvo a recomendarles amablemente un libro lujurioso e intenso de verdad, Yo Necesito Amar, las memorias de un actor descarado, íntimo, exasperado, sexual, sórdido, provocador, insano y visceral, llamado Klaus Kinski (1926-1991).

Este legendario artista alemán no justificaba sus actuaciones en deslucidas obras de pacotilla. Al contrario, se autocalificaba de puto, por los incontables estereotipos en los que actuó por la vil plata. Odiaba a los grises de la industria del cine y demostró que era un actor pensante en algunas enormes películas, como las dirigidas por Werner Herzog, (Aguirre, la cólera del dios; Nosferatu, Fitzcarraldo, Woyzeck y Cobra Verde) en una confrontacional relación actor-director de amor-odio. "sucio bastardo, que no sabe nada de cine, todo lo rodé yo, no tiene nada de cultura, es un analfabeto", escribe Kinski de Herzog.

Kinski fue el padre cariñoso de una turbadora actriz de boca voluptuosa y ojos graves: Nastassja Kinski, mi alemana favorita.

Klaus Kinski era un volátil, de ego mayor, siempre desraizado que, según afirma, rechazó trabajar con Visconti, Pasolini, Russell, Eisenstein y Kurosawa, por problemas de dinero.Kinski se acostó con cientos de mujeres en lugares soñados: aviones, camarines y parques. En realidad, su autobiografía –con un estilo tenso- es una odisea con actrices, peluqueras, putas y sirvientas de faldas arremangadas, calzones empapados, coños y anos curiosos, incluyendo a la mujer del escritor Alberto Moravia y a la hija del dictador Idi Amin. El libro es un clásico de los devotos del underground, pues pocas biografías de actores célebres es tan primitiva, sexual y confesional como el libro de Kinski.Para Kinski, según sus memorias, la actuación fue un accidente, un modo de salir de la pobreza en la que vivió sus primeros años en Berlín.

Ven ustedes, el show business es otro modo de sobrevivir. “¿Que por qué soy una puta?” pregunta Kinski y responde: “¡Yo necesito amor! ¡Amor! ¡Continuamente!”

Un libro, creánme, sinceramente notable e iluminador.